Es una condición extraña, pero verídica, que llama la atención por ser una muestra palpable del enorme poder que la mente ejerce sobre el cuerpo y sus mecanismos. Es conocida desde tiempos remotos, como atestiguan los textos del padre de la Medicina occidental, Hipócrates (habitó Grecia del 460 al 370 antes de Cristo), y aún en nuestros días genera interrogantes por su peculiaridad.
CAUSAS
La causa principal de este suceso parte del deseo incontrolable de tener un hijo, sin embargo, hay otros factores como: la necesidad de fortalecer aun más los nexos conyugales o sentirse joven y productiva.
Son las mujeres las que están más propensas a desarrollar un problema de este tipo, sin embargo, hay casos extremos en los que se llegan a presentar en algún hombre, pero en las mujeres pueden ser: jóvenes recién casadas, solteras jóvenes que tienen miedo a quedar embarazadas cuando su vida sexual está activa, mujeres de edad avanzada temerosas de llegar a la menopausia, personas estériles y aquéllas que se han vuelto a casar por segunda ocasión y desean darle un hijo a su actual esposo.
Cuando la mujer es dependiente del marido y el pensamiento de un hijo llega para tener la creencia de que así se tendrá el absoluto control de la atención de la pareja; cuando se desea complacer en todo al esposo; cuando se tienen problemas maritales y la posibilidad de un embarazo se convierte en una solución para salvar el matrimonio, y cuando se piensa que un hijo reforzará los lazos matrimoniales y se vuelve obsesivo.
CUADRO CLINICO
Trastorno del ciclo menstrual, que varía entre la amenorrea (falta de menstruación) y la hipomenorrea (menstruación escasa), de una duración aproximadamente de 9 meses, es decir, el tiempo que dura el embarazo real.
Aumento del volumen abdominal, sin borramiento del ombligo, originado por la posición de lordosis que toma la mujer y por la distensión de los músculos abdominales. El ombligo invertido permite establecer el diagnóstico diferencial con el verdadero embarazo.
Modificaciones en las glándulas mamarias consistentes en turgencia, secreción de leche y calostro, pigmentación y aumento de tamaño de las papilas.
Sensación subjetiva de movimientos fetales.
Ablandamiento del cuello uterino, acompañado de signos de congestión. Aumento del volumen uterino, cuyo tamaño varía de 6 semanas a 8 meses.
Náuseas y vómitos. Puede haber constipación (estreñimiento) y aberraciones del apetito.
Aumento de peso, generalmente mayor que los verdaderos embarazos.
Algunas pacientes pueden presentar niveles elevados de gonadotropina.
DR. EDSON CANO. GINECOLOGO OBSTETRA.
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